(28-07-85 Camping de Pineta, Ordesa )
Era cuando los gritos desgarraban la noche, llenando el vacío de la oscura fábula con voces entremezcladas. Una tibia humedad se apoderaba del espíritu dormido; el olor a temor y angustia se esparcía por el verdor y, entonces, al llegar a la umbría el eco del último alarido, los ojos se abrieron lentamente y fijaron su mirada en un único punto que destacaba con patética luminosidad.
Así pensaba ella en su brote de madurez, en su enfrentamiento con la lucha continua. Era el pequeño renacuajo que comenzaba una nueva etapa en su vida; caminaba hacia su meta: ser rana.
Entonces, si le preguntabas el porqué de su triste mirada, sólo respondía con una débil y forzada sonrisa, y en algunos casos lograba deslizar entre sus mustios labios un apagado "nolosé" que dejaba paso a la misma mirada perdida y al mismo gesto lánguido en la boca.
Apareció un invierno oculta en cualquier página de un libro que apenas la distraía de su rutina. Poco a poco, sus jóvenes ojos se dejaron guiar y al llegar al final buscaron de nuevo el principio, para releer esta vez con plena atención. Lentamente se grabó en su memoria:
"El amigo es un saco en el que guardamos nuestros pequeños secretos y vomitamos nuestra desesperanza. Pero quien permite tu desesperanza no es buen amigo; por ello, limpia antes tu angustia, sé tu amigo y, luego, ayuda libremente".
Ahora ella piensa en voces compenetradas, en una armonía estable que estalla a veces en un clímax de alegría, y otras se deja llevar por la melancolía. Acepta el sufrimiento como necesario para alcanzar el bienestar y sufre con una sonrisa en su corazón. Vive en un mundo de ilusiones reales que no quieren despertar de su sueño dorado, por temor al desengaño.
Son diecisiete años de alma y cuerpo unidos en un ser que cambia como el viento, las nubes o el camaleón; simplemente, como cambia una chica.
Por eso ella sabe que otro día volverá a sentirse envuelta en tinieblas, presa del griterío; o puede que se sienta aislada en un recodo romántico, sola con sus sentimientos. O quizá se encuentre satisfecha rodeada y sumergida en un mundo automático, o tal vez...
Ella, simplemente, vive.
Ros
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